Hace poco tiempo tuve un sueño; y no es mi intención centrarme en
los detalles, pero tengo un punto; lo prometo!. Bien, en general, en
este sueño una mujer de rasgos indios era raptada por un hombre viejo en
complicidad de un par de mujeres, también viejas, que me parecían muy desagradables.
Este hombre no solo tenía recluida a la mujer, sino
que la torturaba, golpeaba, violaba y castigaba constantemente. Ella,
inmersa en este contexto abusivo, intentaba una y otra vez realizar
infructuosos intentos de escapar de su reclusión; sin embargo, este
hombre siempre la descubría y la castigaba aún más.
Un día, la mujer, ayudada por su astucia, lograba escapar y
asesinar a su captor, volviéndose contra estas dos mujeres que alguna
vez contribuyeron a pisotear su femeneidad. No sin advertirles y proclamar que
ahora Ella era la jefa; y si no se unían a su liderazgo, sufrirían la misma suerte que su ex captor.
La mujer, por fin logra comunicarse
con un detective, quien le pregunta qué sucede y le ofrece ayuda.
entonces ella, que ahora tiene la cierta posibilidad de marcharse de ahí, se niega.
Pero no solo eso; me
doy cuenta que decide quedarse, actuar el papel de quien algún día la hirió profundamente, tomando además venganza sobre esas viejas mujeres que en el pasado la dañaron.
Al presenciar esta escena atroz, me despierto, (como pocas veces), con la sensación de que este sueño no es mío solamente, y que sin duda grafica algo que me viene dando vueltas hace un rato...
No es necesario enumerar, ni documentar
todo el listado de abusos y de violencia que ha sido ejercida
históricamente desde el patriarcado sobre las mujeres, incluso
instaurando lógicas de poder que fomentan la violencia y la
estigmatización entre nosotras mismas.
La anulación de las figuras femeninas, su
reclusión al ámbito privado, la exclusión a un acceso igualitario al
conocimiento y a optar a posiciones de poder, además de la discriminación, la
instrumentalización del cuerpo femenino, entre muchísimas e
innumerables esferas y contextos, son ejemplos en los cuales se grafica la
anulación de lo femenino (en su mas amplio significado).
En este contexto, es donde, en mayor o menor medida,
(pero también a todas por igual, solo por el hecho de nacer en esta cultura),
las mujeres cargamos en nuestros hombros, no solo con las heridas y el daño a nivel
individual sino, en mi opinión, con la profunda herida de todo el linaje
femenino; con todas aquellas heridas que nuestras
mujeres no ha podido sanar e integrar...¡Y que gran carga puede llegar a ser eso, no?!
El punto es que, últimamente en mi misma y en tantas
tantas amigas, colegas, conocidas y desconocidas, puedo ver manifiesta
esa rabia de sentir que: “a mí nadie me pone un pie
encima! o el miedo terrible que tenemos de perder la independencia emocional que tanto nos ha logrado conseguir. ¡Y eso en parte, está muy bien!.
Sin embargo, considerando todo el linaje de
mujeres profundamente heridas, se ancla también este profundo temor a la
vulnerabilidad; miedo que trae de la mano, el gran riesgo del “Fenómeno ostra”: Nada entra, nada sale; "aquí bajo mis reglas funciona todo bien y el que quiere que se la banque!".
Esa sensación que hemos tenido muchas de nosotras, de tener la responsabilidad ser aquello que a nuestras abuelas y madres les fue negado, alberga una
tremenda carga que de cuando en vez en la vida, pasa la cuenta:
¿Cuántas veces por validarnos con nuestros queridos compañeros, evitamos
mostrar nuestra sensibilidad?; ¿Cuantas veces, para
validarse, por ejemplo, en nuestros trabajos ha sido “necesario” negar una parte importante de nuestra
emocionalidad?; ¿Qué tan cómplices somos nosotras mismas de clasificar a nuestras
compañeras en histéricas, huecas, putas o frígidas? ;y por sobre todo: ¿Qué esconde el
miedo a la vulnerabilidad, sino el inmenso miedo de ser dañada?.
Hoy, después de trasitar por esos lugares, creo firmemente, que sólo cuando seamos capaces de
aceptar que podemos ser igual de fuertes, como de vulnerables y cuándo tomemos conciencia de que la aceptación de nuestra vulnerabilidad, nos hace aún más poderosas!, podremos dejar de reprimir y/o negar partes de nuestra
subjetividad, y solo así: saberse completa.
Solo aceptarse en su magnitud, y saberse
todas-esas-mujeres en potencia, incluso aquellas denostadas en la
actualidad por “dependientes”, podrán permitir la verdadera liberación: esa que se hace desde el corazón.
Porque querida: Todas tenemos que aprender, que para recibir, debes entregar-te;
dejar fluir, con una nueva conciencia, esa agua que es la única que puede regar tu
estable tierra, que ya haz harrado y sembrado arduamente, con viento y
marea en contra.
Sin ella nada crece, pues es tanto la tierra como el
agua, quienes se necesitan mutuamente para dar a luz el maravilloso
fruto de la vida.

Imagen desde: http://mujeresdelquintomundo.blogspot.com/

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