¿No es al menos curioso que para evitar quedar embarazadas, estemos permanentemente embarazadas?
Sí, así tal cual. Es lo que viene haciendo nuestro cuerpo desde la primera pastilla anticonceptiva que hemos tomado y que probablemente se ha extendido por un tiempo bastante prolongado.
Desde la adolescencia tuve unas cuantas clases de "educación sexual" en el colegio, en las cuales se hacía hincapié en el hecho de que las pastillas anticonceptivas eran el método mayoritariamente recomendado para iniciar y llevar una vida sexual segura, y también por sus múltiples beneficios en la desaparición de los malestares de nuestros ciclos, acné, etc. Y su funcionamiento y efectividad radica en el hecho de que "inhiben la ovulación", esto quiere decir que nuestros ovarios dejan de cumplir su misión natural: producir, madurar y liberar los óvulos en los ciclos. Y sin óvulos, no hay vida, por lo cual son efectivas para lo que se están prescribiendo. Pero, ¿qué es lo que contienen estas maravillosas pastillas para que puedan torcerle la mano a los procesos naturales de nuestro cuerpo? O mejor dicho, ¿bajo qué condiciones nuestros ovarios dejarían de cumplir su función principal?... Durante el embarazo.
Es lógico que no se produce un embarazo real, ¿entonces cómo hacerle creer eso a nuestro cuerpo?
En un ciclo normal los niveles de estrógeno (hormona predominante en el sistema reproductivo femenino) son altos hasta que nos acercamos a la fecha de la ovulación, y luego que ocurre ésta, si no se produjo un embarazo, sus niveles disminuyen, para dar paso a la mentruación, y el comienzo de un nuevo ciclo. En el caso de haberse producido un embarazo, los niveles se mantienen altos para preparar y ayudar al cuerpo en el desarrollo de una nueva vida. Para lo cual suprime la función de los ovarios y no se siguen desarrollando nuevos óvulos. Es en este sentido que intervienen los anticonceptivos; son dosis permanentes de hormonas que participan en el proceso de gestación para inhibir la ovulación, y en su mayoría en base a estrógenos.
Al ser "engañado" nuestro cuerpo, los ciclos se aplanan o mejor dicho, ya no se producen. La menstruación deja de ser la limpieza mensual de nuestra femeneidad física, por lo cual es muy probable que los síntomas premenstruales ya no se presenten o sean muy leves, que la duración y la cantidad de sangrado sea muy mínimo o incluso que deje de presentarse. ¡Una maravilla! Para muchas que consideramos alguna vez lo indeseable que solía ser este asunto, pero que claramente es una supresión a la esencia biologicamente cíclica de las mujeres. Imagínense lo que significa que cada día tomemos una pastilla, y que esta le diga a nuestro cuerpo: no quiero ser mujer.
Pero más allá de la interpretación simbólica que pueda tener este asunto, lo cierto es que la permanente inyección hormonal produce efectos en nuestra salud que muy pocos médicos hablan. La dominancia de estrógenos provoca daños en el hígado y la vesícula bilial, ya que son órganos que no están preparados para metabolizar permanentemente tal hormona, y a su vez provoca aumento de peso y retención de líquidos. Como también se sabe que en niveles altos se relaciona con diabetes, cáncer, y afecciones cardíacas. Al ser un golpe hormonal, encubre todo problema endocrino, pero no solucionan nada. Muchas mujeres comienzan a tomar anticonceptivos porque presentaban algún problema hormonal, y con su uso parece haberse solucionado, pero basta que las dejen de tomar para que todo vuelva a ser como antes, o peor.
A esto sumamos que constantemente están quitándonos las vitaminas y minerales que necesitamos, y afectan considerablemente nuestro estado de ánimo.
Pero uno de los efectos más devastadores es el que tienen sobre nuestra libido (entendiéndose en este caso como el deseo sexual), la cual mutilan indiscriminadamente. Y no es que ya no tengamos relaciones sexuales satisfactorias, es simplemente que al anular nuestro ciclo, acallamos también esa vocecilla interna que se siente estimulada y excitada los días cercanos a la ovulación. Que se siente con ganas porque sí, y no porque un "otro", nos lo provoque estimulándonos. Como leí por ahí alguna vez a la Pilar Sordo decir de que el erotismo femenino era "despertado" por un hombre que lo "estimulaba"; ¡¡NO!! Somos deseosas y deseadas por naturaleza, no porque un hombre nos lo recuerde.
A todo esto es importante agregar el costo altísimo que significa mantener este tipo de método anticonceptivo, lo cual resulta un descarado aprovechamiento de los laboratorios médicos y una evidente colusión con los ginecólogos. Ya que en primera instancia nos recetan un tipo de pastillas y si provoca algún tipo de complicación en nuestra salud la reemplazan por otra. Pero, ¿alguna vez les han hablado de un método anticonceptivo femenino que no sea precisamente hormonal? Probablemente no. ¿Conocen el DIU? El dispositivo intrauterino, o como popularmente ha sido conocido como la T de cobre, es un método anticonceptivo que se implanta en el útero, tiene una efectividad igual a las pastillas anticonceptivas, no afecta el ciclo menstrual y tiene una duración de alrededor de 5 años. Y su costo bordea los 15 mil pesos chilenos. Comparados con los 600 mil promedio que podemos llegar a gastar en 5 años de pastillas anticonceptivas, parece ser un gran ahorro, ¿no? Pero lo cierto es que por política de salud pública se ha instruido que los ginecólogos no recomienden este método anticonceptivo a mujeres que no han tenido hijos, ¿por qué? No hay ningún asidero médico fundamentado que soporte esta decisión. Sólo que para "alguien", no debe ser conveniente.
No tengo intención de imponer qué debe hacer o no hacer cada una con su cuerpo, sólo quiero que cada decisión que tomemos por nuestra salud física y emocional, lo hagamos a conciencia, y con toda la información al alcance. Yo decidí no anular más mi propia naturaleza, decidí dejar que mi cuerpo hable y escucharlo, seguir girando con mi propio ciclo. Es completamente falso que las pastillas anticonceptivas son el único método, hay muchos, mucho más respetuosos de nuestra naturaleza. Busquen, investiguen, y sobretodo, quiéranse. Ser mujer es algo maravilloso.
Bi.